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Archive for 2 de febrero de 2012

Hace tiempo que apenas escribo en mis blogs, los acontecimientos de este último año, me tienen realmente apesadumbrado, y la dirección que toma nuestra sociedad invitaba a la reflexión. A veces necesito revisar el camino personal por el que he decidido transitar, para redefinir la dirección a seguir, y una paradita en el camino se me hacía imprescindible.

Pero, a pesar de todas las malas cosas que están ocurriendo, también han pasado cosas maravillosas.

397049_10150558205199031_621089030_8992479_1026915922_n[1]Hace pocos meses, tuve una nueva sobrina nieta, Alicia, la mar de bonita y chiquitita, y hace pocas semanas me nació otra preciosidad, Nicol. Cuántos sentimientos bonitos y diversos nos inundan, y que maravilloso es que la familia siga creciendo y continuando la senda de construcción de humanidad que se inició hace muchos siglos.

Mi familia contribuye en esa construcción de humanidad con nuevos seres llenos de frescura y seguro, que con nuevas y brillantes ideas, Sergio, Alicia, Nicol (en la foto) y los que vayan llegando (espero que pronto) tendrán nuevas oportunidades de seguir construyendo sociedad.

Es difícil reflejar los sentimientos en un escrito, pero el lunes de la semana pasada, me contaba mi alumna Loli el gran acontecimiento del nacimiento de una nueva nieta. Su narración llenó de colorido la pequeña sala de profesores, la emoción la sobrecogía y sus bellas palabras mostraban la impresión vivida ante el nacimiento de su bolita sonrosada.

Fue tan bonita su exposición, que le propuse que escribiera lo acontecido, y ella, como una hormiguita, tejió con sencillas palabras sus emociones, y este lunes me entregó su escrito, metido en un sobre reciclado de la propaganda electoral de las últimas elecciones al senado, de amargo recuerdo para mí. Por la parte de atrás del sobre, en la parte alta de su lengüeta, tenía escrito: “La bolita sonrosada”.

Sus humildes palabras, como a ella le gusta decir, me hacen ver que la vida sigue su camino y que es maravilloso vivirla. Bueno, con nuevos ánimos y con su permiso, paso a reproducir en su integridad el texto:

 

“La espera de una nueva vida”, por Loli Ruiz.

Mi vida, desde mayo del 2011 a enero del 2012 ha sido un cúmulo de emociones, intranquilidad, alegría, preocupación, miedo, inseguridad, espera y muchas cosas más.

Con todo esto en mi cuerpo, yo pensaba que dentro de mí se estaba fabricando una Bomba de relojería, y así he vivido todos estos meses hasta el día 20 de Enero, en el que sobre las 16,15 de la tarde, sonó el teléfono.

Fue la llamada que yo esperaba impaciente, y que me dijo con una voz eufórica, jubilosa y fuera de lo normal: “¡Ya está aquí Víctor Manuel!, y tiene el hoyito”.

En ese momento sentí dentro de mí como una gran explosión, y me quedé floja como un muelle de cuerda, parecía que había sido yo la que acababa de parir.

Junto a mí estaba mi nieta Fátima, que repetía una y mil veces: ”¡Ya ha nacido mi hermanito!”.

Nos fuimos para el hospital mi hijo Rafa, mi nieta Fátima y yo. Al llegar a la habitación, mi hija María estaba en la cama tranquila, relajada y muy guapa, y a los pies de la cama, sentada en un sillón, estaba mi consuegra Remedios, con una bolita sonrosada en su regazo, era mi nieto Víctor Manuel, que es un primor de niño.

Tiene dos barbitas, la inferior es una papadita, la cabecita redonda como una naranjita, en el cuello tiene un morrillito para comérselo a besitos, la carita redondita, mofletona y con el hoyito en la mejillita derecha, como la abuelita Loli.

Mi nieto es un cromo sonrosado, y también es un trocito de las entrañas de un trozo de mis entrañas y de las entretelas del corazón de mi hija y mía. Por eso yo digo que el amor de una madre es entrañable porque viene de las entrañas.

El amor de una madre es el más auténtico, verdadero, limpio, fiel, desinteresado y para siempre. Las madres necesitamos a nuestros hijos porque los amamos.

El color de mi nieto es sonrosado, pero cuando coge la tetita de la madre se pone morado, mama con tanta fuerza que le sale leche por la comisuras de sus labios chiquititos.

La abuelita Loli.

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